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Travestismo, una mirada en profundidad

Es sábado, las siete de la tarde, y Juan José Jiménez, transformista, se está preparando y sacando a relucir a su alter ego, Carmen. A las 20:00h se debe reunir con compañeros de espectáculo para preparar el vídeo promocional de la fiesta que se organiza el próximo día 30 de diciembre, Plastic Dolls; una fiesta donde se celebrarán unas pre-uvas muy especiales.

Juanjo es travesti desde hace ya poco más de 3 años, pero para quien resulte desconocido este mundo, montones de términos pueden ser confundidos. Por ejemplo, muy allá quedaría confundir el travestismo con la transexualidad: una persona transexual es quien se identifica con el género opuesto a su sexo biológico y desea vivir y ser aceptado como tal, lo cual implica una hormonación previa y una reasignación posterior; además de no tener por qué estar relacionado de forma directa con el mundo del espectáculo.

El rodaje ha ido sobre ruedas. Carmen, junto con Estrella, Lilah Von Jaus, Gigi Storm, Alesha Charter, Rubí Murano y Alexia han terminado de grabar el vídeo de la fiesta Plastic Dolls y se dirigen a casa, a cenar algo y cambiarse; la mayoría de ellas hoy hacen doblete y trabajan de nuevo, como hostess, a las 12:00h en la fiesta UltraPop.

Son las 22:30 y Carmen y Estrella acaban de llegar a casa, son compañeros de piso, y viven en un pequeño piso situado en Alfonso X. Después de una ducha rápida y de quitar el exceso de maquillaje, vuelven a ser Juan José y Fernando, dos chicos de 30 y 21 años que durante el día trabajan o estudian pero que en el fin de semana se dedican al mundo del espectáculo encarnando a “Las Primas Venenosas”, un grupo conformado por ellas dos mismas, Carmen y Estrella. Tras preparar un par de pizzas rápidas, cenan juntos y comienzan a maquillarse de nuevo.

Esta noche “Las Primas Venenosas” trabajan de nuevo y deben maquillarse y elegir un nuevo modelito. Juan José, con 30 años, se sumerge en Carmen, una chica que aparenta 25, que es divertida, picante y con mucho carácter; usa un maquillaje limpio y natural y un estilo de vestir que fusiona lo vintage con lo moderno, en una mezcla que rompe bastidores. Fernando, con 21 años, se mete en la piel de Estrella, una chica que también aparenta tener alrededor de 25 años, con un carácter dulce y divertido que se une a un toque barriobajero; una chica que abusa del maquillaje, desde el eyeliner, al counturing y pasando por el colorete, lo que une a una forma de vestir semejante a la de Carmen pero con un toque más trash.

Así comienza un circo de maquillaje, medias, fajas y vestidos, depilados de última hora y últimos retoques a las pelucas, mientras comparten alguna que otra copa para aguantar el resto de la noche y, según dicen, el dolor del tacón. A la pregunta de qué es lo más importante en una transformista: “La peluca te da la personalidad, los tacones la actitud”, dicen las dos a la vez, entre risas, mientras siguen con el proceso de transformación.

Estrella (der) i Carmen (izq) en Ultrapop | Ultrapop

Mientras se van haciendo una cosa y otra comentan entre ellos qué tal le ha ido la mañana de trabajo a Juanjo en la inmobiliaria, donde trabaja normalmente, y qué tal han ido los trabajos de clase que había preparado Fernando por la mañana. A continuación, Estrella comienza a ponerse mastix, el pegamento que fijará su peluca durante las próximas horas mientras Carmen comienza a ponerse una faja y a vendarse la cintura, para crear curvas femeninas en sus caderas. A continuación, se visten: un vestido negro, igual para ambas, que se encargan de retocar con complementos, para hacer de este vestido básico un conjunto que encaje realmente con el estilo de cada una; iguales pero diferentes, mismo grupo artístico pero sin dejar de lado sus personalidades.

Ya están preparadas y dejan los últimos retoques para cuando lleguen a la sala de la fiesta. Carmen pide un taxi y termina de recoger las cosas, mientras Estrella pregunta por el grupo de staff de UltraPop, quienes han llegado o van ya de camino. Son la 1:30h de la madrugada y mientras esperan al taxi, la gente que pasa cerca de ellas se las queda mirando, sorprendidos por ver a estos dos hombres vestidos de mujer en mitad de la calle.

Y es que nuestra sociedad aún no ve esta afición como algo común o normal. De hecho, Rosa María, misionera franciscana de la Iglesia de Santa Ana de Barcelona, califica esta práctica, ya sea por diversión, como trabajo, o por algún otro motivo, como enfermedad mental obsesiva con la propia orientación sexual. Además, afirma que su causa se debe probablemente a algún problema pasado, en su infancia o durante su adolescencia, que los ha dejado trastornados psicológicamente de alguna manera, y lo cual debería ser tratado y estudiado para poder remediado. Sin embargo, Rosa María asegura que la Iglesia en esto no puede ayudar y que el único remedio podría ser médico, pues, de hecho, se encontró hasta 1973 en el Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales.

A pesar de esto, la psicóloga Paola Durán Moreno asegura que este comportamiento es “más una forma de vida que un trastorno psicológico” y añade que nunca ha acudido a ella nadie para pedir ayuda sobre un asunto en referencia a su homosexualidad o en cuanto al travestismo y que en caso de que alguien lo hiciera, según su propio código ético, no aceptaría una situación como tal y solo se ofrecería a “trabajar muchas conductas o pensamientos para que la persona se sintiese más a gusto con su propia expresión pero nunca lo trataría como un trastorno”.

“Las Primas Venenosas” acaban de llegar a la Sala Safari Club, donde tiene lugar UltraPop, y ya comienzan a encontrarse con algunas compañeras de trabajo. Solo bajar del taxi, ven a “Las Dramas de Honor”, una pareja de chicos, también travestis, que mezclan un estilo “cholo” con una actitud sexy y que llaman la atención porque no dejan atrás su barba y su bigote característicos. Junto con ellas, entran y comienzan a ver a más compañeras: Bushido, Coccó Roo, Luna Diva, Boa Jeff, Nervio Nebraska, Las Gorgonas, Las Hermanas Sacarina, y muchas más travestis y drags que forman parte del staff de la fiesta.

Frente a como comienza este hobby, Estrella cuenta que desde pequeña utilizaba la ropa de su abuela para vestirse de chica junto con su otro primo y que, juntos, hacían pases de modelo. Como este, es el caso del resto de hombres de entre 20 y 50 años que se reúnen de fiesta en fiesta para divertir al público con sus actuaciones.

De todos los presentes, la mayoría asegura que su familia no ha tenido problema ninguno en aceptar este trabajo o afición, que ya lo podían intuir desde su infancia, en sus gustos o comportamientos. Respecto a si alguna vez habían sufrido alguna agresión, algunas sí que afirmaron haberlas recibido de forma verbal, mientras caminaban por la calle o en mitad del metro, sin embargo solo Amapola López, más conocida como La Prohibida, fue la única que nos aseguró que una vez solo, yendo por la calle, le escupieron con intención de humillarla. Pero esta no es la experiencia de todas. Algunas otras aseguran que jamás han sido ofendidas y que, sin embargo, tal y como afirma Hornella Góngora, de 29 años: “es más bien lo contrario, te ven y te dicen piropos o te piden fotos, pero no me han dicho nunca nada insultándome”.

Sobre este asunto, es la psicóloga Paola Durán Moreno quien afirma que parte de estas barreras que impone la sociedad ante este tipo de comportamientos es básicamente culpa de la religión, pues “remarca bastante una cultura de pecado, de moral, de reprimir todo impulso que provenga del placer o del mundo de los sentidos” además de ser, en parte, la impulsora del heteropatriarcado que llevamos arrastrando mundialmente desde hace siglos. Por otro lado, además, también afirma que esta barrera la conforma el miedo a lo desconocido que tenemos las personas, “miedo a lo que no conocemos o no podemos explicar con claridad, lo cual nos provoca rechazo y distanciamiento”.

En la sala se encuentran numerosas transformistas que apenas acaban de empezar, como el dúo formado por Rubí Murano y Alexia, quienes comenzaron a “montarse” (término que es usado en el mundo del espectáculo para referirse al proceso de transformación) hace apenas 1 año y que poco después ya han conseguido hacerse un pequeño nombre en el mundo de la noche. Pero también encontramos a algunas otras con un mayor recorrido, como Igory Kingdom (26 años), que comenzó con tan solo 13 años en su ciudad natal, Pamplona, o La Prohibida, que aprovechó la movida madrileña para impulsar su carrera con apenas 20 años y que, a día de hoy cuenta con 3 CDs en el mercado y es, según algunos diarios españoles, una de las travestis que dominan el mundo.

Son las 6am ya y los efectos del alcohol y el dolor de los tacones comienzan a hacer mella. La sala empieza a vaciarse mientras que la cola del guardarropa se llena cada vez más. Las transformistas suben al camerino y entre risas y bromas se cambian a una vestimenta más cómoda: Las Primas Venenosas se quitan las fajas, Rubí está deseando desabrocharse el sujetador y las Dramas de Honor cogen el aceite de oliva y se desmaquillan; un poco más allá, Gigi Storm se quita la peluca y deja respirar a su pelo de nuevo mientras Nervio, ayudando a Lilah a quitarse los tacones, dice que se “desmontará” cuando llegue a casa, que tiene muchos complementos y detalles por toda su cara, y no quiere perderlos.

En un lado o en otro, todas se quitan el maquillaje, las pelucas y la parafernalia que llevan encima y vuelven a casa. Están cansadas y la noche ha acabado, pero esto no les impide despedirse con alegría y desearse buenas noches, mientras se dispersan por las calles de la ciudad Condal a grito de “Tened cuidado y nos vemos la semana que viene”.

Equipo organizador de la fiesta Ultrapop | Ultrapop

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